Cuántos han terminado una carrera abrazando al runner desconocido que le acompañó… esa es la mágica amistad del «running».
Esto es una de las razones por las cuales se puede decir que correr es pasión; luchar por una meta; vencer obstáculos y vivir una cascada de emociones, altas y bajas. Por eso, quien está a nuestro lado en ese instante, traspasa el caparazón que llevamos y comparte la genuinidad de nuestro ser.
Mágica amistad
Hace unos años, corrí el Medio Maratón de Villalba (uno de los más retantes en Puerto Rico). Allí me topé con ese desconocido que me retaba y me alentaba con tan solo mantenerse a mi lado. Nos movíamos, milla tras milla, sin siquiera dirigirnos alguna palabra, y es que ni era necesario.
Ya en los últimos metros, él se animó a darme algunas palabras de aliento y acompañarme hasta llegar a la meta. Me sorprendió su humilde agradecimiento cuando era yo quien tenía que agradecerle por impulsarme a dar mi máximo.
Desde entonces, Ismael Rodríguez, del pueblo de Las Marías, se convirtió en mi “running partner” de varios eventos. Un ser que desbordaba respeto, simpatía y humildad.
Mi «Running partner»
Una madrugada, me aventuraba a realizar el ultramaratón de las “26.2 y Algo Más” sin entrenar. Tan pronto llegué al área de la salida me lo encontré junto a su esposa, de casualidad y sin planificar. Simplemente, estaba allí como un angelito que ya tenía claro, que sería, nuevamente, mi “partner” de ruta. Ese día,“ultra retante”, la familia de Ismael se convirtió en mi familia también. Estuvieron tan pendientes de él como de mí, aun sin conocerme.
En ese evento, grité de dolor y hasta tuve que vomitar pero Ismael se mantuvo a mi lado, pendiente de que estuviera bien y asegurarse de que continuáramos a la meta. Llegamos a la meta con celebración, empatía, reflexión tras más de 5 horas en total apoyo mutuo.
Hoy agradezco toparme con este ser que se convirtió en amigo. Esa mágica amistad que la pasión por correr nos brindó. Ismael, no dejaba perder ninguna oportunidad para hacer todas las carreras que pudiera. No le importaba cuan lejos tenía que llegar, ni hacer varios eventos en un mismo día.
«Gracias Ismael, por enseñarnos con tu ejemplo a ser mejores personas. Ten por seguro que te extrañaremos, mi querido “partner”, pero ahora seguirás tu «running» en la vereda maravillosa del Cielo divino…»