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Mi primera columna en periódico: «Querer es poder»

*Este escrito lo escribí para la sección deportiva «Esquina Caliente» del periódico Primera Hora durante mi práctica estudiantil de bachillerato en Comunicaciones de la Universidad de Puerto Rico. Esto fue en mayo del año 2002 (cuando no existían las redes sociales).  Aquí hablo de mi experiencia como estudiante atleta universitaria.


Puedes ver el artículo original aquí – Columna Primera Hora

Continuamente vemos en acción la famosa frase “querer es poder”, y el ejemplo por excelencia para psicólogos y expertos es narrar el difícil triunfo de algún atleta. Ciertamente destacarse como atleta, en este caso, de atletismo, no es cualquier cosa, y mucho menos si eres estudiante que, en mucho casos, tienes que trabajar para ganarte un dinerito. Esto significa literalmente sacrificio, y más sacrificio; lo digo por experiencia propia. Es un riesgo; nunca sabemos que resultará, es tener fe, y mientras tanto disfrutar cada día.

Hace dos semanas me despedí de las Justas LAI, mi última participación en el mejor evento de pista y campo de Puerto Rico. Una despedida llena de emoción por tantas experiencias vividas en cuatro años, y me atrevería a decir que fueron cinco años, porque aunque de “prepa” no se participa en la LAI, se vive, se aprende y se prepara para el próximo año; y en mi caso, ese primer año fue mi debut en competencias que no fueran el “field day”del colegio donde estudié.

Nunca fui una estrella; sólo fui una atleta de lo más común, alguien que disfrutaba del atletismo, y superó sus metas personales, ya que, una de las virtudes del atletismo es que es un deporte individual, donde compites con los demás pero tu mayor competencia es contigo mismo.

Campo Traviesa LAI
Recuerdos de Campo Traviesa universitario LAI (2001)

De la frustración al «querer es poder»

Cuando niña, todos me ganaban corriendo; competir significaba frustración. En la escuela intermedia vi la oportunidad de practicar este deporte, aunque fuera sólo para superar esa frustración que, así como yo, muchas personas pasamos cuando niños. Todavía recuerdo ese primer día de entrenamiento, en el cual sentí la peor frustración al ver que todos mis compañeros me dejaron atrás. Pero en vez de quitarme y evitar pasar otra vergüenza, seguí sin importar cuán atrás me quedaba.

Mi amor por este deporte creció. El no ganar en las competencias ya no significaba frustración porque ya veía todo diferente, podía ver que, poco a poco, mejoraba mi desempeño, y eso era lo más que me importaba. Yo era de las que se sentaba a ver las Justas por televisión y soñaba con algún día estar ahí, sólo con estar allí, cosa que nunca imaginé que haría, pues no sabía otra cosa que no fuera un “field day” en una pista de tierra.

A la hora de graduarme de escuela superior, seguir en atletismo no estaba en mis planes, porque no creía que pudiera hacer algo. Pero gracias a un angelito, decidí tomar el riesgo e intentarlo. Así llegué al equipo de las Jerezanas de la Universidad de Puerto Rico, muy tímida y asustada. Tan sólo era una muchacha que, sin destaque y con muy poca experiencia, ansiaba ser parte del equipo.

Aprender la palabra «sacrificio»

En mi primer día de entrenar en los terrenos de la UPR me di cuenta que todavía no sabía lo que era ser atleta. Nunca olvidaré esas 12 repeticiones de 400 metros (una vuelta en la pista) que me mandó a hacer, quien sería mi entrenador, Luis Santos “el mostro”, y las cuales terminé, a pesar de nunca haber hecho más de tres repeticiones en toda mi vida. En ese momento supe que si quería lograr algo, me esperaba mucho por trabajar y por aprender. Fue entonces que por primera vez conocí el verdadero significado de la palabra “sacrificio”.

Levantarme por la madrugada a correr, para luego coger una guagua o pon e ir a la clase de las siete de la mañana, seguir con mis otras clases, sacar tiempo para hacer las tareas, en la tarde ir al entrenamiento y llegar de noche a mi casa, fue tan sólo el comienzo.

Entre alegrías y desilusión, ánimo y desgano, puedo decir que quise y pude. Me paré frente a miles de personas en aquel lugar donde alguna vez soñé estar.  Al menos una medalla pude obtener, y otros puntos ofrecí a mi institución con el mayor esfuerzo. Pero antes que alguna posición, mi prueba estaba en los tiempos cronometrados, que me demostraban cuánto pude superar.

Ganar tu propia carrera

Todos sabemos que ser estudiante y atleta, a la vez, entre otras cosas, es un esfuerzo digno de reconocer, pero quiero añadir que ese esfuerzo no es exclusivo para los ganadores del primer lugar en sus eventos. Los segundos, terceros, cuartos, quintos y sextos lugares, entre otros, también arriesgan su tiempo y energía, en búsqueda de alcanzar lo mejor posible.

Algunos tienen gran habilidad; otros (me incluyo) sólo somos muy disciplinados y este balance ha hecho que el destino sea diferente en muchos casos. Mucha gente te exige un primer lugar, o te critican si no lo logras. Dejarse llevar por los comentarios de quien ni siquiera lo intenta es inicio de fracaso. Esto es más que eso. Siempre hay que ganar, pero ganar en tu propia carrera… tuya y de nadie más.
* Naireisa Ginés realizó su práctica en periodismo deportivo este semestre en Primera Hora (mayo 2002).

columna Nairi - querer es poder
Publicación original – Primera Hora (querer es poder)
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